Nada se crea, nada se destruye, todo se transforma, que dijeron Lomonósov y Lavoisier y que ahora canta Drexler. Y la creatividad no iba a ser un caso aparte. Más que crear, la creatividad se transforma, se une. Ferrán Adrià no crea, transforma. Coge esto de aquí y esto de allí. Es cocina creativa. Joaquín Lorente no crea, transforma. También coge de aquí y de allí. Es creatividad publicitaria.
Los Rage Against the Machine se juntaban en su local de ensayo y empezaban a versionear un tema de Deep Purple o Led Zepelin. Cuando lo tenían iban añadiendo, quitando, mezclando de otras canciones. El resultado era algo nuevo.
Que nadie se (te) engañe, no hay que crear para ser creativo. Y para esto empecemos a olvidar las musas. “Yo no soy una persona creativa”, “No quiero ser creativo, porque eso no tiene salidas”. Efectivamente. No serás creativo, porque no quieres ser creativo.
Empieza por ser curioso, por empaparte del mundo, y no sólo de las moderneces 2.0, que también. Sino de la telebasura, de los niños de tu barrio, de los libros centenarios… Nunca lo sabrás todo y por eso es mejor preguntarte todo. Porque esto es lo que tiene, y lo bonito, es que no hay fórmulas exactas. Pero sí hay aproximaciones.
Acostúmbrate a anotarlo todo. Lleva siempre un cuaderno contigo, o simplemente escríbelo en tu móvil. Investiga en internet. La publicidad es una especie de parásito que se apodera de todo. Un chiste, una frase, un graffiti, una fotografía, un vídeo de youtube, podrán serte de utilidad para empezar una campaña y transformar sin destruir, nunca creándola.
Autor del artículo: Víctor Izquierdo
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